domingo, 26 de octubre de 2008

GLOSARIO




GLOSARIO



Revolución neolítica: se entiende por revolución neolítica un importante cambio por el cual, tras millones de años de caza, pesca y recolección; la humanidad comenzó a practicar actividades agropecuarias. Sus comienzos pueden rastrearse hace unos diez mil años. La agricultura y la ganadería serán las principales fuentes de riqueza hasta que a partir del siglo XVIII en algunos países la industria pase a ser la actividad fundamental.



Sistema doméstico: los trabajadores, en muchos casos campesinos que se dedicaban a estas actividades textiles durante los meses en los que escasean las labores agrarias, recibían las materias primas de un intermediario, trabajaban en su casa (donde no era muy complicado tener una rueca para hilar o un telar donde tejer) y devolvían los artículos manufacturados al intermediario que les pagaba por el trabajo realizado.



Estamentos: grupo social típico del Antiguo Régimen basado en las diferencias jurídicas, lo que comportaba una enorme desigualdad social entre los miembros de los distintos grupos o estamentos. Tradicionalmente se distinguías tres estamentos: la nobleza, el clero ("privilegiados") y el tercer estado (el pueblo). Los estamentos privilegiados eran muy cerrados, y estaba claro que se pertenecía a ellos por herencia (la nobleza hereditaria). El gobierno, los cargos judiciales, los mandos del ejército y los altos cargos eclesiásticos estaban generalmente reservados a quienes pertenecían a la nobleza. El estamento es, por tanto, característico de una sociedad cuyo rasgo fundamental es la desigualdad ante la ley.



Monarquía liberal: sistema político que, a diferencia de la monarquía absoluta en la cual el rey dispone de todos los poderes y ningún organismo limita su autoridad, los poderes del monarca se ven recortados por la existencia de un Parlamento elegido por votación y por la publicación de una Constitución cuyas disposiciones legales se encuentran por encima de los poderes reales. Las revoluciones sucedidas en Gran Bretaña en el siglo XVII, la sucedida en Francia en 1789 y las que se darán en otros países europeos en los siglos XIX y XX instalarán en buena parte de Europa este sistema de gobierno.



Factory System: con el desarrollo de máquinas cada vez más complejas, grandes, costosas y necesitadas de fuentes de energía masivas como corrientes de agua o, posteriormente, la máquina de vapor comenzó el principio del fin del Sistema Doméstico. Para rentabilizar esas máquinas resultaba más barato concentrar bajo un mismo techo (la fábrica) a muchos obreros. Comienza la época de las grandes factorías que, con sus chimeneas humeantes y sus masas de obreros trabajando simbolizan la industrialización. Crece la importancia del empresario, el dueño del capital que aumenta su control sobre la producción, sobre las jornadas y ritmos de trabajo, las técnicas utilizadas, las inversiones...



Crisis de subsistencia: desequilibrio económico periódico que sacudía a las poblaciones a causa de la irregularidad de las cosechas. Cuando se producía una mala cosecha inmediatamente se iniciaba una sucesión de acontecimientos: escasez de alimentos, subida de precios y hambre. La consecuencia final era un aumento espectacular de la mortalidad que en unos pocos meses podía terminar con el crecimiento de la población de varios años. Estas crisis son características de la época preindustrial.



Liberalismo económico: teoría económica cuyo presupuesto fundamental es que la libertad a la hora de producir e intercambiar bienes es la base del desarrollo económico. El liberalismo económico tal como lo definió Adam Smith en su obra La Riqueza de las Naciones (1776) considera inconveniente cualquier intervención del Estado en asuntos económicos. Es la teoría del "laissez-faire": los gobiernos no deben intervenir ni para regular la labor de los empresarios, ni fijar aranceles para el comercio exterior, ni regular las relaciones entre obreros y empresarios... Es una teoría que cree en la bondad del individualismo: todo hombre que trata de satisfacer sus deseos de riqueza, si es dejado en completa libertad por parte del estado en esta tarea, acaba por contribuir al provecho de toda la sociedad. Es la "mano invisible" del mercado la que conduce a la más correcta utilización de nuestros recursos materiales para conseguir el máximo bienestar social.



Rotación de cultivos: técnica agrícola que se basa en la alternancia entre los cultivos plantados de un año a otro como medio de conservación del suelo. Normalmente conllevaba que una parte de la tierra se dejaba en descanso (barbecho). En el siglo XVIII se ensaya con rotaciones de cultivos que permiten un aprovechamiento intensivo: donde antes se dejaban tierras en barbecho ahora se siembran leguminosas, que aportan nitrógeno a la tierra que en años posteriores se sembrará de cereal. Algunos de estos cultivos en rotación no producen para el consumo humano directo (como la alfalfa o los nabos), pero sirven para incrementar la producción ganadera: la carne, la leche o la mantequilla serán pronto asequibles para el conjunto de la población.



Revolución Demográfica: se entiende por revolución demográfica el enorme cambio sufrido por la humanidad desde el siglo XVIII, cuando tras miles de años de un crecimiento muy lento, inferior al 0,1 % anual y sometido además a constantes retrocesos (guerras, epidemias, catástrofes...), la población humana empezó a crecer a ritmos hasta veinte veces más rápido que lo había hecho hasta entonces y, además, de una forma sostenida. Los progresos en el conocimiento científico, la agricultura, la industria y la medicina, entre otros factores hicieron posible ese crecimiento que llevó a la población mundial a pasar de poco más de 500 millones en el año 1700, a 2500 millones en 1950. En apenas tres siglos la población del mundo se quintuplicó.



La spinning jenny, máquina de hilar que permite el manejo de varios husos, lo que multiplica la capacidad de hilado del trabajador. Es un invento del inglés James Hargreaves, quien la patentó en 1764. Sigue siendo una máquina que utiliza la energía humana pero mucho más productivamente: antes el trabajador movía la rueda para accionar un sólo huso. Ahora con el mismo esfuerzo el hilo se va enrollando en numerosos husos que pueden apreciarse en la parte inferior de la ilustración.

La water frame debe ser considerada como un invento que supone un enorme salto cualitativo. Hasta entonces las máquinas de hilar (como la spinning jenny) se limitaban a ser una versión mejorada de los antiguos tornos de hilar: necesitaban la fuerza humana como energía y la presencia de un trabajador muy especializado. Arkwright consideró la utilización de caballos para mover su máquina hasta que en 1771 se decidió por crear una factoría en Cromford aprovechando la corriente del río. Una gran fábrica llena de máquinas hiladoras movidas por energía hidráulica que requerían mano de obra no muy especializada: un sistema que se extenderá por toda la geografía británica y que se utilizará en otras actividades textiles y pronto en otros sectores manufactureros. Es por tanto, la invención de una maquinaria que precisa enormes cantidades de energía la que llevará a la industria a concentrarse en grandes fábricas (factory system).

Barbecho: se trata de una antigua práctica agraria que consistía en dejar una parte de las tierras de labor sin cultivar. El campesino dividía su propiedad en varias hojas e iba rotando en ellas los cultivos y el trozo que se dejaba sin sembrar ("en barbecho"). Es típico de una agricultura poco productiva y que no disponía ni de abonos orgánicos por la escasa cantidad de ganado disponible ni de fertilizantes de otro tipo. En tierras profundas y fértiles la tierra solía estar un año en descanso, en tierras menos fértiles el barbecho podía durar dos o más años en la rotación. Su eliminación con la utilización masiva de abonos es uno de los rasgos básicos de la llamada revolución agraria.

La máquina de vapor supone el mayor logro tecnológico del siglo XVIII y es la piedra angular del desarrollo de la revolución industrial en Gran Bretaña. Ya en 1705 el inventor Thomas Newcomen patentó un modelo de máquina de vapor para bombear el agua que se infiltraba en las explotaciones mineras. Se trataba de un simple cilindro en el que se introducía vapor de agua que impulsaba el pistón hacia arriba. Después el cilindro era rociado con agua fría y la presión atmosférica impulsaba el pistón hacia abajo. El hecho de tener que enfriar y calentar el cilindro para cada movimiento hacía que la máquina de Newcomen fuese muy ineficiente y solo tuviese éxito para achicar agua en las minas de carbón donde el combustible era casi gratis. A partir de 1763 James Watt, introducirá importantísimas mejoras como añadir un condensador separado del cilindro que evitaba las enormes pérdidas de energía de la máquina de Newcomen. En los años siguientes Watt introducirá numerosas innovaciones en sus patentes destacando entre estas la adición de un cigüeñal y una rueda para conseguir un movimiento rotatorio que posibilitará su aplicación en las fábricas, el ferrocarril y la navegación en los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX. A mediados del siglo XIX la potencia de trabajo instalada en forma de máquinas de vapor era ya, en Gran Bretaña, superior a la fuerza humana de todos los obreros británicos. Se había entrado de lleno en la era de la mecanización.

CAMBIOS SOCIALES


EL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO.

Aunque la industrialización va a producir enormes transformaciones en la sociedad británica como el crecimiento de la llamada clase burguesa, o el éxodo rural producto de la revolución agraria, sin embargo quizá los dos fenómenos sociales más dignos de estudio sean el espectacular crecimiento demográfico y el nacimiento de una nueva y masiva clase trabajadora formada por los obreros de las nuevas industrias.

La industrialización va a provocar un crecimiento de la población sin precedentes en la historia de la humanidad conocido como la Revolución Demográfica. Los cambios en la industria, la agricultura y los transportes produjeron un aumento espectacular de la riqueza (que se traduce fundamentalmente en una mejor alimentación) que se reflejó en un crecimiento notable de la población que servirá para multiplicar los habitantes de Europa en muy pocos años e incluso para poblar con emigrantes otros continentes.




La disminución de algunas de las más temibles epidemias que habían azotado Europa durante siglos, ciertas mejoras sanitarias e higiénicas ( como el descubrimiento de la primera vacuna por el doctor Edward Jenner en 1796 que protegía contra la viruela) y, sobre todo, una mejor alimentación con el fin de las crisis de subsistencia, están entre las causas de ese crecimiento demográfico. Este aumento de la población fuerte y sostenido explica el enorme crecimiento de las ciudades británicas a lo largo de los siglos XVIII y XIX.

LAS CONDICIONES DE VIDA DE LOS OBREROS

Precisamente en algunas de estas ciudades el crecimiento rápido, desordenado y sin criterios surgirán enormes suburbios superpoblados, sucios y conflictivos donde las epidemias de tifus o cólera se convierten en algo habitual. Estos suburbios surgían muchas veces en torno a una fábrica: estaban formados por los barracones donde vivían los operarios de esa fábrica.




Sin entrar en el conocido debate de si la industrialización mejoró o empeoró las condiciones de vida de los trabajadores, si que puede intentarse describir las situación en la que vivían estos obreros, que puede calificarse en general como muy mala, así como sus condiciones laborales habría que describirlas como espantosas: fábricas sucias, húmedas, oscuras, poco ventiladas y ruidosas (condiciones causadas por la presencia en ellas de las máquinas de vapor y por la nula preocupación de los patrones por las condiciones laborales de sus empleados). En estas fábricas poco sanas y peligrosas era habitual que sus obreros pasasen de doce a catorce horas diarias, trabajándose incluso sábados en jornada completa, y domingos hasta mediodía. La concentración de obreros en las fábricas es la que hace posible que estos trabajadores tomen conciencia de su situación y vean que mediante acciones colectivas podrían tratar de mejorar sus condiciones de vida. El factory system se encuentra por tanto en el origen del movimiento obrero.


La industrialización impulsó también el trabajo de mujeres y niños de muy corta edad, pues si antes en muchos oficios la fuerza del trabajador era un factor clave, ahora la fuerza la realizan las máquinas. Los empresarios fomentaron el trabajo infantil y femenino porque mujeres y niños recibían salarios dos y tres veces inferiores a los de los hombres. Los niños fueron empleados en la industria textil, en las minas, en la industria siderúrgica: durante el siglo XVIII no hubo normas que regulasen el empleo infantil. Para hacerse una idea de las dimensiones alcanzadas por esta explotación basta con citar la existencia de una ley del parlamente británico que en 1833 (The Factory Act, 1833) dejaba la jornada laboral de los niños de nueve a trece años en "sólo" nueve horas diarias, y de trece a dieciocho años el trabajo estaba fijado en diez horas y media (la jornada duraba para ellos doce horas, pero con hora y media reservada para las comidas). Todavía en 1.891, una ley que pretendía luchar contra abusos en la explotación infantil se limitó a elevar la edad mínima de trabajo de los diez a los once años.



De hecho, apenas se detectan preocupaciones sociales durante la segunda mitad del siglo XVIII pues estas condiciones se aceptan como normales. Ya en el siglo XIX investigaciones parlamentarias, protestas sindicales o conocidos relatos como los de Dickens en Tiempos Difíciles, pusieron de manifiesto la dureza de la vida de los obreros industriales.


PROTESTAS OBRERAS.

Aunque desde los inicios de la industrialización se registra una notable oposición de los obreros artesanos a la introducción de máquinas, ( las primeras formas de protesta obrera se detectan en Gran Bretaña en la segunda década del siglo XIX cuando surge el conocido Movimiento Ludita (o Ludismo), nombre que deriva de un personaje real o inventado, un obrero, Ned Ludd, cabecilla de este movimiento de protesta que se canalizaba hacia la destrucción de la maquinaria, y que pronto se extenderá por varios condados de Inglaterra donde la industria textil se había convertido en la principal manufactura. Las Guerras Napoleónicas de años posteriores hicieron saltar en varias ocasiones nuevas protestas luditas.


El llamado Movimiento Cartista supone una versión más organizada del Movimiento Obrero y que se desarrolla entre 1837 y mediados del siglo XIX. Debe su nombre a la denominada Carta del Pueblo, documento que llegó a conseguir la firma de cientos de miles de obreros y que era una petición elevada al Parlamento en la que se pedía el Sufragio Universal, el voto secreto, la igualdad en el valor de los votos... En definitiva, revelaba el deseo de democratización del sistema político británico: el movimiento obrero desea participar en el juego político y desde ahí mediante la presentación de leyes en el Parlamento, mejorar las condiciones de vidas de los obreros industriales. Desde mediados de siglo el movimiento irá perdiendo fuerza progresivamente, aunque paradójicamente, en años posteriores, el Parlamento Británico adoptará la mayor parte de las peticiones recogidas en la Carta del Pueblo.


Hay que recordar que la legislación británica (leyes aprobadas en 1.799 y 1800) prohibía de una forma terminante la formación de asociaciones obreras, pues se consideraba que estas asociaciones chocaban con el espíritu del liberalismo económico: debía ser el mercado quien fijase los salarios y no la presión de los sindicatos.




Pero a pesar de estos obstáculos legales surgieron diversas formas de asociacionismo obrero sostenidas por las cuotas que pagaban los trabajadores y que pretendían, ante todo, ofrecer protección para los asociados en caso de accidente o enfermedad. A partir de 1.824 las leyes británicas autorizan el asociacionismo obrero que darán origen a lo que podemos considerar los primeros sindicatos de obreros, las llamadas Trade Unions en las que, en principio se unían los trabajadores con un mismo oficio en una localidad. En los años treinta esas asociaciones profesionales y locales se irán uniendo entre sí hasta formar enormes asociaciones que a mediados de siglo agrupaban a cientos de miles de obreros británicos de todos los oficios. La huelga, la negociación colectiva pacífica y, cuando lo permitan las leyes electorales, la participación en política, serán los instrumentos de los que se valdrá el sindicalismo británico para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

Este temprano desarrollo del sindicalismo en Gran Bretaña es el causante probablemente del escaso éxito que tendrán las nuevas ideologías obreras revolucionarias (el marxismo y el anarquismo) que están naciendo a mediados del siglo XIX. Cuando Marx (líder del socialismo) y Bakunin (líder anarquista) funden la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.) en Londres, ésta tendrá un éxito importante en países como Francia y Alemania, mientras que en Gran Bretaña (país donde se fundó) nunca pudo competir con las Trade Unions.

SECTORES



Dos fueron los sectores destacados de la primera revolución industrial: la industria textil por ser la primera donde se produjeron los cambios que diferencian a una industria moderna de una actividad artesanal, y la industria siderúrgica, cuyos productos revolucionaron las demás actividades económicas.

LA INDUSTRIA TEXTIL

La industria textil fue la primera en desarrollarse. De hecho la producción de telas era desde hacía siglos una importante actividad económica en Gran Bretaña, tanto de tejidos elaborados a partir de lana (el sector más tradicional) como, más modernamente, de algodón. Parte importante de esa producción era exportada siendo Gran Bretaña uno de los mayores productores textiles del mundo desde décadas antes de iniciarse la completa industrialización del sector. Buena parte de esa producción se basaba en el llamado Sistema Doméstico. Precisamente la industrialización significará el paso progresivo de la producción artesanal en el ámbito doméstico mediante la utilización de herramientas o máquinas muy sencillas a la producción en grandes factorías (factory system) con decenas de telares movidos con energía hidráulica o por medio de máquinas de vapor.




A lo largo del siglo XVIII la industria textil conocerá importantes innovaciones técnicas. La mayor parte de las cuales serán realizadas por artesanos sin especiales conocimientos científicos. El estudio de estas innovaciones ha sido interpretado desde distintos puntos de vista, el más sugerente de todos es aquel que considera unos inventos como "respuesta" a los desequilibrios creados por un invento anterior. La historia de esos desequilibrios permite comprender uno de los aspectos esenciales de la industria moderna: la innovación continua y acelerada, frente a técnicas y herramientas artesanas que habían permanecido casi inmutables durante siglos. En apenas cincuenta años unos pocos inventos acabarán con herramientas centenarias y abrirán paso a la producción en masa.

En 1733 John Kay patentó un telar con lanzadera volante que permitía duplicar la capacidad de tejido de los artesanos ingleses. Si ya antes eran necesarias cinco o seis personas hilando para mantener ocupado a un tejedor con los nuevos telares aumentó de manera notable la demanda de hilo. Hasta entonces el proceso de hilado se realizaba con la rueca o con el torno de hilar: el trabajador con sus manos o accionando un pedal hace girar una rueda que mueve un único huso donde se va enrollando el hilo.

Ante la nueva demanda de hilo la respuesta sería la máquina hiladora spinning jenny que multiplicaba la capacidad de los hiladores, aunque aún utilizaba como energía la fuerza humana de los trabajadores.


Pero probablemente el salto a un sistema industrial se dio con la invención de una máquina hiladora que utilizaba como fuerza motriz el agua, la llamada water frame patentada por Richard Arkwright. Este invento exigía la concentración de numerosas máquinas y obreros trabajando a jornada completa bajo el techo de un edificio situado junto a una potente corriente de agua: Arkwright puede ser considerado el creador de la primera fábrica moderna. En pocos años este sistema de fábricas habrá sustituido al hasta entonces mayoritario sistema doméstico.


La mecanización del hilado pronto puso de manifiesto sus ventajas y, a pesar de que muchos trabajadores observaban las nuevas máquinas con desconfianza e iniciaron las primeras protestas obreras, pues pensaban que les quitaban sus puestos de trabajo; en los últimos veinte años del siglo XVIII se emprendieran intentos por mecanizar otras labores textiles como el tejido. El paso más importante se dará con la puesta en marcha de los primeros telares mecánicos movidos con máquina de vapor. Ya hacia 1785 Cartwright había patentado un telar mecánico movido por fuerza hidráulica. En los años siguientes, varios inventores perfeccionaran este telar al que conseguirán aplicar la fuerza del vapor de una forma eficiente. Hacia 1800 una frenética carrera se ha iniciado en Gran Bretaña que hará surgir cientos de fábricas donde máquinas movidas con la energía del vapor hilan y tejen.


La historia de las invenciones en la industria textil arroja luz sobre el nuevo mundo que surge con la industrialización: cuando un invento mejora la productividad de una rama de la industria, inmediatamente se hace sentir la necesidad en otras ramas para responder a la nueva demanda.


LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA

La industria siderúrgica es con la textil básica para entender la industrialización de Gran Bretaña. El desarrollo de este sector es posterior al textil. La siderurgia era ya desde hacía siglos una importante actividad en Gran Bretaña, aunque su futuro estaba amenazado por la progresiva escasez de carbón vegetal: el creciente uso doméstico de madera, la construcción de las flotas y la propia siderurgia estaban a punto de acabar con los bosques británicos.
En este contexto resultaron fundamentales los trabajos de pioneros como Darby que consiguió en los primeros años del siglo XVIII la producción de hierro utilizando carbón mineral. El hierro resultante era de escasa calidad, pero a lo largo del siglo se fueron introduciendo mejoras que mejorarán su calidad y desplazará el uso de hierro producido con carbón vegetal. El hierro irá sustituyendo a la madera en herramientas agrícolas, estructuras de edificios, piezas de máquinas, herramientas artesanales... La utilización de carbón mineral tendrá otro efecto: si hasta entonces la producción de hierro estaba dispersa por la campiña inglesa en forma de pequeñas forjas, ahora se construirán grandes complejos en la cercanía de las minas de carbón inglesas y del sur de Gales. La tendencia a la creación de grandes factorías (
factory system) es aún más acentuado que en el caso de la industria textil.


Algunos datos sobre la producción de hierro pueden ilustrar el enorme crecimiento de este sector, y así, si en 1720 la producción de hierro era de 25.000 toneladas en 1796 ya ascendía a 125.000, y en 1850 ya pasaba de 2.500.000 toneladas. En 1.851 para albergar la Primera Exposición Universal celebrada en Londres se construyó el Crystal Palace, fabricado íntegramente de hierro y vidrio.


Símbolo de los nuevos tiempos es la construcción en Coalbrookdale (finalizado en 1779) del primer puente fabricado íntegramente con hierro. Sin el hierro (y pronto el acero) de buena calidad y barato producido en las nuevas factorías británicas hubiese sido imposible el desarrollo de la máquina de vapor de Watt, los raíles ferroviarios y las locomotoras, los cascos de los modernos barcos de vapor...

TRANSPORTE

INTRODUCCIÓN
Hoy sabemos que la modernización económica de un país pasa entre otras cosas por una mejora en los transportes. Esta mejora incide en una bajada general de costes en todos los sectores (se hacen más productivos) y permite la creación de mercados amplios (en el siglo XIX se hablará de crear un mercado nacional) que hacen posible un mayor tamaño de las empresas y por tanto mayor especialización y economías de escala.

Cabe preguntarse cual era la situación del Reino Unido al comienzo de esta etapa en que se inicia la industrialización (comienzos del siglo XVIII). En primer lugar debe destacarse el carácter insular de Gran Bretaña. La isla principal donde encontramos Inglaterra, Gales y Escocia, tiene una forma alargada: apenas hay territorios que disten más de cien kilómetros del mar. El clima lluvioso permite además la navegabilidad de muchos de sus ríos. Además, durante la Era Moderna (siglos XV al XVIII) Inglaterra se ha convertido en una gran potencia marítima, superando las anteriores primacías de España y Portugal y compitiendo con los holandeses en su dominio comercial de los mares. Los puertos británicos pueden ser considerados en estos momentos entre los más activos del mundo.

CARRETERAS Y CANALES



Por estas razones podemos considerar que a comienzos del siglo XVIII Gran Bretaña contaba con un aceptable sistema de transportes, que verá enormes mejoras con la construcción de carreteras y, sobre todo, de muchos kilómetros de canales, pensados fundamentalmente para el transporte de mercancías pesadas, entre las que cabe destacar el carbón que conoce en estos años un importante aumento en su demanda ante la creciente escasez de madera. A finales de este siglo el carbón será una de las piezas claves de la industrialización británica. La construcción de canales se convertirá en una verdadera fiebre de manera que a comienzos del siglo XIX Gran Bretaña cuenta con más de 3000 kilómetros de aguas navegables, de ellos una tercera parte canales construidos por el hombre: mil kilómetros de canales con la tecnología de la época deben ser considerados como un esfuerzo notable.


Los canales redujeron enormemente el precio del transporte y su estacionalidad, pues al contrario que los caminos, intransitables durante los largos periodos de mal tiempo, los canales se encontraban útiles casi todo el año.

EL FERROCARRIL

Pero la verdadera revolución de los transportes vendrá con la construcción de líneas de ferrocarril. La idea de construir raíles de hierro por donde circulen vagones o vagonetas era ya antigua, y se utilizaba en las cercanías de las minas para transportar hasta un puerto de mar o hacia un canal minerales como el carbón. Estos vagones eran arrastrados por caballos o bueyes. La revolución vendrá cuando se piense en utilizar una versión de la máquina de vapor “móvil” que sea capaz de arrastrarse a sí misma y a un número indeterminado de vagones de carga.





Hubo intentos claramente fallidos, como los que pretendieron la construcción de automóviles movidos por una máquina de vapor (una versión motorizada de los carruajes de la época) y que debían circular por calles, carreteras y caminos: su lentitud, su peso, su coste y su difícil manejo no los llevaron más allá de la simple curiosidad, aunque debamos considerarlos como antecedentes de los automóviles movidos con motores de explosión que surgirán a finales del siglo XIX.

Quizás los primeros intentos de construir un ferrocarril con locomotoras movidas con la energía del vapor sean aquellos realizados para transportar el carbón desde las minas: muchos de ellos también fracasaron por la fragilidad de unos raíles ideados para vagones arrastrados por caballos y bueyes. Pero de la evolución de estos prototipos saldrán los primeras locomotoras viables como esta cuyo esquema reproducimos y que fue diseñada por Richard Trevithick, ingeniero británico auténtico pionero del ferrocarril, quien primero diseñó máquinas de vapor de alta presión, y desde comienzos del siglo XIX varias locomotoras capaces de arrastrar unas pocas toneladas de carga sobre raíles. Sus desarrollos no fueron más allá de simples exhibiciones, pero sirvieron para probar las capacidades del ferrocarril.

Durante la primera y segunda décadas del siglo XIX fueron mejorando las características de estas locomotoras (potencia, seguridad) y se logró la construcción de raíles lo suficientemente resistentes. En este contesto aparece la figura de George Stephenson, responsable de la primera línea ferroviaria útil y, que desde 1825 cubría el trayecto Stockton-Darlington transportando carbón. En 1829 se puso en marcha un concurso para construir una línea entre Londres y Liverpool. El ganador fue el propio Stephenson con su locomotora The Rocket (el cohete, capaz de viajar a unos 40 km/h) y así, desde 1830 se encuentra en funcionamiento esta línea que transporta mercancías y pasajeros. Con esta línea el ferrocarril demuestra su idoneidad para casi todo tipo de transportes (hasta ese momento era concebido como un sistema para llevar el carbón desde las minas a las ciudades), incluyendo el movimiento de personas.

En las décadas siguientes el ferrocarril, se expandirá por todo el mundo siguiendo muchas normas marcadas por Stephenson (incluyendo su ancho de vía de 1,43 metros, con la excepción de unos pocos países que, como España, prefirieron otra anchura) convirtiéndose por su fiabilidad (sin que faltaran espectaculares accidentes desde sus comienzos) (Teprecio y carácter no estacional en el principal medio de transporte terrestre hasta mediados del siglo XX, jugando un papel económico más importante incluso en otros países que por su tamaño (Estados Unidos, Rusia) o sus dificultades geográficas (España, Suiza) no contaban con las relativas facilidades que sí tenía el Reino Unido.

LA NAVEGACIÓN A VAPOR

Los primeros intentos registrados de mover un barco mediante una máquina de vapor se producen en el último cuarto del siglo XVIII, pero no será hasta los primeros años del siglo XIX cuando un ingeniero estadounidense, Robert Fulton, construya un barco propulsado por una rueda movida con la fuerza del vapor. Estos primeros barcos por sus características quedaron marginados a la navegación fluvial y costera.

Habrá que esperar a las décadas centrales del siglo XIX para que los barcos de vapor empiecen a desbancar a los veleros que durante siglos se habían constituido en un medio de transporte de mercancías y personas sin el cual es difícil entender la llamada Era Moderna (los "Descubrimientos", el comercio transoceánico, el colonialismo...). Para que esta sustitución fuese posible el barco de vapor recibirá importantes mejoras: la sustitución de la rueda por la hélice, la incorporación de máquinas más eficientes, la construcción de los barcos con casco de hierro. Con estas mejoras los barcos se hicieron más manejables, no tenían que malgastar su capacidad de carga acumulando enormes cantidades de combustible (o repostar muy a menudo) y se convirtieron en más rápidos y seguros.



En las últimas décadas del siglo XIX los barcos de vapor serán piezas insustituibles en fenómenos como el afianzamiento de un mercado mundial o en los intensos procesos migratorios que llevaran a varios millones de europeos a poblar Argentina, Australia o, sobre todo, los Estados Unidos de América.

LA REVOLUCIÓN AGRÍCOLA


Se entiende por revolución agrícola una serie de importantes cambios sucedidos durante el siglo XVIII en los campos de Gran Bretaña. A comienzos de este siglo la agricultura británica seguía siendo en lo esencial muy tradicional: el utillaje (arados de madera, hoces, azadas), el escaso uso de fertilizantes o la práctica del barbecho formaban parte de las prácticas agrarias desde hacía siglos.


Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII se generalizarán importantes innovaciones:

Aparición de nueva maquinaria

La máquina sembradora del inglés Jethro Tull, auténtico pionero de la agricultura científica y que diseñó esta sembradora en los primeros años del siglo XVIII. Esta nueva sembradora posibilita sembrar rápidamente y colocando la simiente fácilmente en filas que hacen más simples otras tareas agrícolas. Además la semilla se ubicaba a una cierta profundidad que la alejaba del peligro que suponían los pájaros y el viento para la siembra.

El arado de hierro que posibilita un laboreo más profundo y efectivo. El nacimiento de una potente industria siderúrgica que proporcione hierro barato y abundante será básico para la mejora del utillaje agrario, que apenas había conocido cambios desde tiempos de los romanos. La utilización de caballos en lugar de bueyes acelerará los trabajos agrarios.

Las primeras segadoras y trilladoras, que permiten mejorar la productividad de los trabajadores agrícolas. Las importantes mejoras en la producción de hierro y acero los irán convirtiendo en materiales asequibles para la fabricación de maquinaria agrícola cada vez más compleja. Al principio utilizarán tracción animal (como puede apreciarse en estas segadoras tiradas por caballos) pero luego surgirán trilladores movidas con la máquina de vapor, e incluso en los años finales del siglo XIX se fabricarán tractores que movidos por vapor pueden ser considerados los antecedentes de los tractores con motor de explosión que revolucionarán la agricultura del siglo XX. Las nuevas máquinas además de incrementar la productividad y por tanto abaratar el coste de los alimentos, tendrán como efecto "liberar" mano de obra que podrá ser empleada en la industria.




Surgimiento de una agricultura científica

Ensayos exitosos con nuevas rotaciones de cultivos que permitirán eliminar el barbecho y disponer de importantes cantidades de materia vegetal para el engorde del ganado. Pioneros como Lord Townshend introdujeron la rotación cuatrienal: trigo, nabos, cebada, trébol.
La selección de nuevas especies de plantas que harán crecer enormemente los rendimientos agrarios.

Aumenta el uso de fertilizantes. En primer lugar porque aumentó la disposición de abono orgánico (estiércol), que venía utilizándose tradicionalmente, a causa del incremento de la ganadería. En segundo lugar porque se inicia la utilización de fertilizantes artificiales.



El cerramiento de las propiedades

En Gran Bretaña hasta el siglo XVIII dominaba el sistema agrario llamado de campos abiertos: recogida la cosecha se hacía un aprovechamiento comunal de los pastos. Desde mediados del siglo XVII se advierte un movimiento por el que muchos propietarios cercan sus tierras y con ello adquieren un mayor control sobre los cultivos. Los cercamientos harán posible las inversiones y las innovaciones: hasta ese momento el sistema de campos abiertos obligaba a todos los cultivadores a seguir los ritmos de la tradición (sembrar y recolectar los mismos cultivos en las mismas fechas). Los cerramientos tenderán también a concentrar las propiedades (que generarán importantes tensiones sociales) en pocas manos: surgen grandes explotaciones agrarias trabajadas por campesinos asalariados. Hacia 1870 cerca de la mitad de las tierras británicas estaban en manos de unas 2.500 personas.

Los pequeños granjeros sin capital para cercar sus tierras en muchos casos vendieron y hubieron de transformarse en arrendatarios, jornaleros o emigrar a las ciudades. La mano de obra rural comienza con ello su declive mientras crece la mano de obra industrial. Con los cercamientos terminan también algunos rasgos medievales del campesinado y así desaparece una estructura socioeconómica basada en las obligaciones mutuas para ser sustituida por otra, capitalista, con el dinero y el pago en metálico como base. En resumen puede decirse que los cerramientos contribuyeron a hacer posibles y más sencillas las mejoras agrarias y que con ello la agricultura se hizo más eficiente y productiva para alimentar a una creciente población urbana.
Las mejoras en la ganadera. Cría selectiva.

La cabaña ganadera británica no sólo creció con el incremento de vegetales (alfalfa, trébol) resultado de las rotaciones de cultivos que eliminan el barbecho, sino que también mejoró con la generalización de la cría selectiva a que se lanzarán diversos propietarios, una ganadería "científica" que pretende la mejora de tamaño y salud de las razas ganaderas tradicionales. Si durante cientos de años los ganaderos habían mezclado animales con la esperanza de mejorar la calidad de los animales, ahora se hace esto mismo, pero de una forma más detallada y precisa, destacando el trabajo de pioneros como Bakewell quien no sólo seleccionaba con gran rigor los ejemplares, sino que guardaba cuidadosamente cartas genealógicas de sus animales. Estos conocimientos fueron difundidos por medio de libros o de boletines: ya desde los años finales del siglo XVIII circulan boletines agrarios que obtienen una gran difusión. De esta manera si hasta entonces las ovejas sólo eran valoradas por su lana y el ganado bovino por su fuerza de trabajo, ahora el interés se centra en crear razas productoras de carne. Entre 1700 y 1800 algunas razas de animales llegaron a multiplicar por tres su peso promedio. Algunas de las nuevas variedades surgidas, como las vacas Hereford se difundirán por medio mundo. La carne, hasta entonces un alimento sólo al alcance de los más ricos, se convertirá en un producto de consumo cotidiano para amplias capas de población, contribuyendo con ello a importantes mejoras en la alimentación que están detrás de la llamada Revolución Demográfica.


REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La denominada Revolución Industrial tuvo su origen en Gran Bretaña desde mediados del siglo XVIII. Uno de los aspectos más discutidos del estudio de este proceso radica en la explicación de por qué tuvo lugar primero en Gran Bretaña y no en otros países. Se trata por tanto de pasar revista de una forma sucinta a los principales rasgos de este país en los momentos del "despegue" del proceso industrializador. A continuación se exponen de manera esquemática algunos de los factores que explican este hecho, procurando establecer comparaciones con la situación de otros países del entorno europeo que no comenzarán su industrialización hasta bien entrado el siglo XIX
Factores políticos

Un régimen político estable, la monarquía liberal, que desde el siglo XVII es el sistema político imperante (mientras en otros países de Europa se refuerza la monarquía absoluta), y que se mantiene libre de las revoluciones que aquejan a otros países europeos.

Las numerosas guerras en las que se vio envuelto el Reino Unido durante los siglos XVIII y XIX no provocaron daños en territorio británico. La insularidad actuó en este sentido como una barrera de protección a la que se unía el desarrollo de una poderosa flota de guerra que mantendrá su hegemonía mundial durante los siglos XVIII y XIX.

La existencia de una moneda estable y un sistema bancario organizado: el Banco de Inglaterra fue creado ya en 1694. Estas condiciones no se darán en otros países europeos hasta finales del siglo XVIII.

Factores sociales y económicos

Abundancia de capitales, procedentes, en parte, del dominio comercial británico, pues desde el siglo XVII la marina mercante británica en dura competencia con los holandeses se ha hecho con el control de buena parte de los intercambios comerciales de otros continentes con Europa. El comercio de productos como el te o el tabaco, y el tráfico de esclavos, había permitido la creación de enormes fortunas, en manos de comerciantes y banqueros. Este comercio colonial proporcionaba a Gran Bretaña materias primas y mercados donde vender sus productos manufacturados.

Incremento sostenido de la capacidad para producir alimentos por parte de la agricultura británica que está conociendo un importante desarrollo, la denominada revolución agraria, desde la aprobación de leyes que permiten el cercamiento de las propiedades.

Existencia de una abundante mano de obra. La población británica crece a gran ritmo a causa fundamentalmente de los cambios en la agricultura: el suministro constante y creciente de alimentos va terminando con las crisis demográficas. Parte de esa población en crecimiento emigrará a las ciudades y formará la masa de los trabajadores industriales.

La mayor libertad económica a causa de la debilidad relativa con respecto a otros países de organismos como los gremios que suponían un freno a cualquier innovación en las actividades industriales. No es casual que fuese un británico, el escocés Adam Smith, autor de La Riqueza de las Naciones, quien hiciese la más destacada e influyente defensa de la libertad económica: para Adam Smith la mejor forma de emplear el capital para crear riqueza es aquella en la cual la intervención de los gobiernos es lo más reducida posible. La mano invisible del mercado asigna siempre de la forma más eficiente los recursos económicos de un país.

Abundancia de emprendedores entre los comerciantes y los grandes propietarios de tierra.
Una aristocracia que permite y premia las innovaciones y la creación de riqueza, en contraste con la nobleza de otros países, más tradicional, apegada a la tierra y que desprecia cualquier forma de trabajo productivo.

Menor peso de los impuestos al comercio en el mercado interno: en Gran Bretaña el peso de los impuestos interiores era muy reducido comparado con otros países europeos donde era muy común encontrarse aduanas interiores cada pocos kilómetros lo que convertía al comercio en una actividad poco productiva. Puede decirse que en Gran Bretaña existía ya un mercado nacional que en otros países sólo existirá cuando se eliminen las aduanas interiores y se cree una importante red de ferrocarriles.

Factores geográficos
Abundancia de hierro y, sobre todo, de carbón. El hierro se encontraba en los Montes Peninos, mientras que el carbón abundaba tanto en Inglaterra como en Gales y Escocia. De hecho, después de tres siglos de explotación, Gran Bretaña sigue teniendo enormes reservas de carbón. En las proximidades de las minas de carbón se concentrará gran parte del potencial industrial británico en especial con el nacimiento de una fuerte
industria siderúrgica básica para proporcionar metales baratos para la construcción de máquinas, ferrocarriles, infraestructuras...
Fácil y constante suministro de agua como fuente de energía, pues el clima, lluvioso, superando de promedio los 1.000 mm anuales y sin estación seca, proporciona corrientes de agua numerosas y constantes. La energía hidráulica desempeñará un importante papel en los años previos a la difusión de la
máquina de vapor.

El factor “insular”: abundancia de puertos que facilitan el comercio nacional e internacional. Este factor unido a la existencia de muchos ríos navegables (y canales que se construirán) favoreció la creación muy temprana de un mercado nacional con las ventajas que supone contar con un mercado de gran tamaño a la hora de acometer inversiones.